Sobran malos pastores y faltan buenos

Buenos Aires, 21 Jul. 09 (AICA)
Sacerdotes
“Las miserias del hombre son muchas, y Jesús se compadece de todas: del ciego, del leproso, de la madre viuda, de la multitud hambrienta. Pero hay una que le rompe el corazón: que el pueblo esté como ovejas sin pastor. Entonces él mismo se ofrece como solución”,
expresó monseñor Carmelo Giaquinta en su reflexión del fin de semana.
Tras afirmar que “la cuestión de la falta de pastores se ha vuelto clásica, pues en la Iglesia se habla de ‘la falta de vocaciones’ como tal vez nunca antes”, por lo que se trata, ciertamente, de “una cuestión de cantidad”, advirtió sin embargo que también se trata de un problema de “calidad”, ya que “sobran malos pastores y faltan buenos”.
Sostuvo que la falta de buenos pastores “es un problema endémico que atraviesa el Antiguo Testamento”, pero advirtió que no es “una cuestión sólo del pasado, sino que nos atañe también hoy”. Y subrayó. “No podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas”
Al referirse a la lectura evangélica del domingo, el prelado señaló que hay “una situación de tensión entre la atención a la gente y la necesidad de oración y de descanso”, y explicó que “Marcos es quizá el evangelista que mejor pinta el asedio que sufre Jesús de parte de la gente. Pero es, a la vez, el que mejor lo pinta acudiendo al descanso y a la oración antes o después de estar con el pueblo”.
Por ese motivo, destacó la necesidad de que “los clérigos adoptemos un estilo de vida coherente con la vocación y misión recibidas. Hemos de conjugar armoniosamente estar con la multitud de los hombres y estar en la ‘solitud’ de la oración personal con Dios. Son dos tensores que nos sostienen en alto. Si se afloja uno, nuestra vida de pastor se derrumba”.+
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